"Agrietada y Hermosa" Por Lindsay Hausch

Mientras limpiaba las lágrimas, los mocos y la sangre de su sucia cara, sentí el gran peso del miedo en la boca de mi estómago. Su sonrisa, una vez perfecta, se rompió, el diente de leche delantero se astilló donde una vez fue un pequeño cuadrado intacto.

Oliendo a lavanda y envuelta dulcemente en su camisón rosa de princesa, cada señal de la caída de mi hija ese día fue limpiada, excepto por su sonrisa torcida. Y aunque estaba agradecida de que estuviera ilesa, la grieta permaneció, recordándome lo incapaz que soy realmente.

Porque incluso si me paro al final del tobogán, esperando para atraparla, mi pequeña puede chocar, sangrar y gritar de dolor, y no hay nada que pueda hacer al respecto, excepto abrazarla y consolarla, y decir “lo siento”.

Su sonrisa agrietada me recuerda mi impotencia. Me recuerda lo impotente que soy para proteger a mi bebé en este mundo tan grande y aterrador; me recuerda el poco control que tengo sobre mi pequeño mundo, y me recuerda que no importa cuánto luche para mantener las cosas impecables, perfectas y rectas, siempre pueden agrietarse, torcerse y romperse.

Intento controlar mi vida, mantenerla limpia y ordenada como una bonita foto, pero no cabe en el lindo y pequeño marco en el que intento meterla. A pesar de mis esfuerzos por hacer que todo sea así, la realidad destroza mis planes, dejando una red de grietas en la superficie altamente pulida de mi vida.

Pero entonces miro sus ojos azules y su cabeza rubia que se mueve en el espejo retrovisor, su amplia sonrisa dentada como un rayo de sol, y me dice “Mami, tengo una sonrisa nueva y más grande”.

Observo esa sonrisa que ya no es la imagen de la perfección. Y respiro profundamente mientras el cálido sol inunda nuestro auto y dejo que una risa explote de mi boca. Me río con Dios, porque está lleno de muchas sorpresas. Me río porque soy tan impotente y agrietada, y aun así, a través de ÉL estoy esperanzada y completa. Me río de la valentía de mi hija, de su inocencia y de su nueva, más grande y hermosa sonrisa.

Miro la grieta en el parabrisas, que he querido arreglar, y sonrío cuando veo que los rayos de luz se refractan de ella.

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Artículo Original:
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