"Dios Nunca Te Ha Dejado" Por Samantha Karraá

Lo recuerdo con claridad– era el último Domingo del año y estábamos ahí, mi esposo y yo, en medio de la congregación en nuestra iglesia. Mi brazo derecho alrededor de mi esposo y mi brazo izquierdo alrededor de mis hijos. Había sido un año extremadamente difícil– el año en el que fui diagnosticada con trastorno bipolar después de un episodio de hipo manía que casi me costó mi matrimonio. Mis ojos cerrados mientras escuchaba las voces al unísono cantando el clásico himno– 

“Oh Dios Eterno Tu Misericordia,

Ni una sombre de duda tendrá,

Tu compasión y bondad nunca fallan

Y por los siglos el mismo serás.

Oh Tu Fidelidad,

Oh Tu Fidelidad,

Cada Momento la veo en mí,

Nada me falta

Pues todo Provees,

Grande Señor

Es Tu Fidelidad.”

Una mezcla de emociones fluían dentro de mi. De no haber sido porque los medicamentos que estaba tomando me hacían difícil poder llorar, hubiera estado bañada en lágrimas. No lágrimas de tristeza sino de asombro ante el carácter fiel de Dios. El año había sido un camino rocoso. Cientos de imágenes pasaban por mi mente como una película de los mejores y los peores momentos. Un elemento que se destacó como el factor que prevalecía– la fidelidad de Dios hacia mi familia y hacia mi. Yo podía ver que Él no nos había abandonado, ni tan solo por un momento. Su oído siempre había estado atento a nuestras oraciones y suspiros. Su mano Soberana siempre había sido nuestro hogar. Nos había cargado a través de lo bueno y lo malo, y sin importar cuán torpes hubiéramos sido, Él no se había ido de nuestro lado.

Si es cierto que Él había permitido que algunas pruebas llegaran a nuestras vidas pero también era cierto que Él les había puesto un límite. Ni siquiera mis peores errores le habían convencido de darse por vencido conmigo. Me recordó de la escena que se describe en el poema llamado "Las Huellas en la Arena", el cual termina así– 

"Me susurró, "Mi precioso hijo, te amo y nunca te dejaré
Nunca, nunca, durante tus problemas y pruebas
Cuando viste que había solamente un set de huellas
Era cuando yo te cargaba."

Es verdad– no debemos permitirnos a nosotros mismos que nuestros ojos se queden fijos en el pasado. Sin embargo es importante que cuando pensamientos del pasado se nos crucen por la mente, nos enfoquemos en lo correcto– alabar al Señor por Su fidelidad hacia nosotros. 

“Den gracias al Señor porque Él es bueno;

Su gran amor perdura para siempre.”

Salmo 136:1

Padre Celestial, Gracias por Tu fidelidad. Honestamente no sé a dónde estaría yo sin Ti. Te alabo tanto por lo bueno como por lo malo y más que nada te agradezco porque Tu nunca cambias. Tú eres bueno y nunca me has dejado. Esto me llena de esperanza, gratitud y paz. Ayúdame a dejar todo lo que me preocupa hoy en Tus Fieles manos. Te amo. En el nombre de Jesús, Amen.

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