"Descubriendo a la Persona Más Tóxica en Tu Vida” Por Raquel Vásquez
En
la actualidad se escucha mucho hablar de las “personas toxicas” y de cómo
debemos alejarnos de ellas para poder vivir mejor. Pero, ¿qué pasa si la
persona toxica soy yo?, ¿cómo puedo saberlo?
Muchas
veces me he descubierto a mí misma siendo toxica, aunque no siempre ha sido
inmediatamente, más bien ha sido con el paso del tiempo, después que ya ha
afectado mi vida y ha empeorado las cosas. Por ejemplo, en muchas ocasiones, en
el área laboral, recibí retroalimentación negativa, pero yo no podía entender,
mucho menos aceptar, los comentarios negativos sobre mí, porque yo estaba
haciendo las cosas bien y dando lo mejor de mí, yo trataba de ayudar a los
demás y hacerlos felices, yo trabajaba más (y mejor) que los demás, así que yo
no era el problema, ¡yo era una víctima! No me daba cuenta de la negatividad
que transmitía, al contrario —TODOS los demás estaban en contra de mí. Todos
eran malos e injustos ¡TODOS!, menos yo—.
Pero
cuando por alguna razón tenía un momento de autoconciencia y sentía que algo no
andaba bien, me detenía a analizar cómo era posible que TODOS los demás
estuvieran tan equivocados y por qué me sentía tan mal si yo estaba haciendo
todo tan bien.
Sí,
es cierto, muchas veces los demás son injustos y no saben que es lo que estamos
pensando o sintiendo, o si estamos atravesando momentos difíciles. Sin embargo,
según mi experiencia, hay ciertas señales de advertencia que nos indican que estamos
siendo personas toxicas, especialmente cuando existe un patrón en la forma en
que la gente reacciona ante nosotros. Algunas de ellas son:
- Irritabilidad extrema y/o constante (todo me molesta)
- Tomarlo todo personal (todo se trata de mí, todo tiene que ver conmigo)
- Ansiedad social grave/Miedo a la humillación pública (paranoia de lo que van a decir o pensar de mi)
- Criticar o juzgar continuamente a los demás (¿cómo pueden ser así y estar tan equivocados?)
- Obsesionarse (con algo o con alguien)
- Tratar de arreglar a los demás o tratar de arreglar todas las cosas (pero no a mí mismo)
- Hacer enemigos frecuentemente (o que la gente tienda a alejarse)
- Envidia y negatividad (nunca digo un cumplido o me alegro por los demás – si no tiene que ver conmigo, entonces no puedo ser feliz y no quiero que los demás lo sean tampoco)
- Vulnerabilidad, cansancio y dolor.
- Etc.
Recuerdo
tan bien las palabras de un amigo (que ya no es parte de mi vida) a quien le
dieron una beca para ir a estudiar a otro país y tuvo éxito y logro hacer su
vida ahí. Yo estaba embebida en mi enfermedad y no podía ver más allá de mi
situación, mis problemas y mis síntomas. Todo lo que tenía en la boca eran
achaques, quejas y autoconmiseración; hasta que él me dijo que yo no podía
alegrarme con lo que estaba sucediendo en su vida, que parecía como que a no me
importara nada de lo que a él le estaba sucediendo. Esa fue una llamada de
atención para mí.
Leí
en algún lado que la toxicidad en nuestras relaciones con otras personas es en
realidad una extensión de la toxicidad en nuestra relación con nosotros mismos,
que lo que tenemos no es un problema de cómo nos relacionamos con los demás,
sino un trauma fundamental que nos impide estar a gusto dentro de nosotros
mismos y que eso es lo que debemos abordar. Lo más probable es que no les
hacemos daño a los demás porque seamos malas personas, sino más bien lo hacemos
como un mecanismo de defensa.
En
el libro de Fresh Hope, el pastor Brad Hoefs habla de dos temas que me impresionaron;
uno es la razón porque ponemos excusas y el otro habla sobre la mentalidad de
víctima.
El
capítulo 3 dice que las excusas nos
atraen tanto porque nos permiten transferir nuestra culpa de nosotros mismos a
algo o alguien más, y que en ocasiones podríamos intentar compartir la culpa
con otros quienes no lo merecen para no sentirnos solos en nuestros errores.
El
capítulo 6 dice que un trastorno del
estado de ánimo puede causar muchos cambios en nuestras vidas, causando mucho
dolor; que las relaciones se terminan o se dañan y suelen haber muchas pérdidas
(personas, trabajos, dinero, cosas, reputación, y autoestima). Estas pérdidas
causan un duelo, y si no trabajamos en superar ese duelo, en algún punto
terminaremos viéndonos como víctimas y sintiéndonos muy desesperanzados. Todo
esto permitirá fácilmente que nos convirtamos en nuestro diagnóstico y que
nuestras vidas sean definidas por nuestros síntomas, logrando que todo gire
alrededor de nosotros mismos y de nuestro trastorno.
El
libro también dice que las personas con
trastornos del ánimo SÍ PODEMOS tener una vida plena y abundante, pero que
requerirá esfuerzo. Habrá momentos en los que no nos sentiremos preparados para
el desafío, y eso puede generar un sentimiento de autocompasión, pero no
debemos rendirnos porque el dolor que conlleva hacer cambios saludables es
menor que el dolor que viene con permanecer igual y retroceder.
No
responsabilizarnos por nosotros mismos, poner excusas para todo y vernos como
víctimas solo nos robará la vida.
Si
es necesario, podemos pedir ayuda a nuestros seres queridos a algún profesional
de la salud. Lo más importante es pensar en nuestro bienestar, nuestra sanidad
y recuperación, no solo por nosotros mismos, sino que también por los que nos
rodean y nos quieren. Así que cuando fallemos, necesitamos tener empatía (con
nosotros y con los demás) y recordar que no somos perfectos. Levantémonos,
pidamos perdón, hagamos las paces, ¡y sigamos adelante!
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Fresh Hope es una organización sin fines de lucro basada en la fe que permite a las personas vivir bien a pesar de su reto de salud mental.
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