La Crisis de Salud Mental de la Iglesia Cristiana (Por John Pavlovitz)
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(Advertencia: Podría contener disparadores para personas con depresión, ansiedad, y otra enfermedad mental).
Hay millones de personas que se están escondiendo ahora.
Están justo a su lado el Domingo, y usted no puede verlos.
Viven la mitad en oscuridad, siempre diseñando cuidadosamente la persona pública que les permitirá entre mezclarse perfectamente; continuamente sopesando sus palabras y administrando la percepción en cada conversación- y ultimadamente alejándose hacia las sombras del silencio y la soledad cuando todo logra ser demasiado.
Ahí en su iglesia, en su grupo pequeño, en su equipo de ministerio, y en sus reuniones sociales. Son personas fieles, de oración, devotas a Jesús que están en el agarre que atraganta la vida de la depresión severa- y tienen terror de decirte.
Esto no es su falla, sino la de la Iglesia.
El Cristianismo Organizado tiene una crisis estallada de salud mental que ha creado y necesita tomar en cuenta. Estamos permitiendo que las personas mueran bajo nuestro cuidado.
El Cristianismo Organizado tiene una crisis estallada de salud mental que ha creado y necesita tomar en cuenta. Estamos permitiendo que las personas mueran bajo nuestro cuidado.
La Iglesia Americana ha sido alimentada con fuerza con un coctel del Evangelio de la Prosperidad de siéntete bien, ora y ahuyéntalo todo, Jesús arregla todo, que hace imposible para nosotros admitir en la Iglesia cuando estamos fracturados internamente; confesar que a pesar de todas las razones para lo contrario y de todo esfuerzo para evitarlo- aún nos sentimos sin esperanza y tristes y muertos por dentro. Hacerlo se siente como rebelión espiritual.
Las redes sociales de la iglesia Moderna ahora rebalsan con slogans de seminarios de auto ayuda, prometiendo seguridad financiera, salud física y si, estabilidad emocional- con la apropiada fe en Jesús. Esta es una simplificación peligrosa e irresponsable de la salud mental, y solo sirve para agregar una aplastante capa de culpa y una casi letal dosis de isuficiencia a los imbalances químicos, la auto conversación negativa y el cableado interno que ya está ahí.
No solo te sientes mal- terminas sintiéndote mal por sentirte mal.
El mensaje no siempre se dice claramente, pero casi siempre es claramente recibido: Si estás deprimido o abatido o contemplando terminar con tu vida, necesitas orar más fuerte o leer la Biblia más o dar más dinero o hacer ALGO- porque todas las personas tristes no necesitan estar tristes, en Jesús.
“No estás enfermo, tienes un demonio que necesita ser exhorcisado.”
“Esto no es una condición médica, es guerra espiritual”
“No tienes un desbalance químico- tienes pecado del cual no te has arrepentido.”
“Pídele a Dios que te libre de todo esto.”
“Esto no es una condición médica, es guerra espiritual”
“No tienes un desbalance químico- tienes pecado del cual no te has arrepentido.”
“Pídele a Dios que te libre de todo esto.”
Estas son cosas que la gente de la iglesia realmente dice, o al menos es lo que creen y cómo te hacen sentir.
Durante casi dos décadas he pastoreado a miles de personas, muchas de las cuales tienen una ansiedad paralizante y un dolor paralizante. Estos son hombres devotos y mujeres de fe a quienes les resulta casi imposible moverse, vivir o cuidar. Han pasado años, a veces décadas buscando el plan de oración correcto o el pasaje perfecto de las Escrituras para eliminar mágicamente lo que sea que los haya atacado dentro de sus cabezas. Y si todo eso falla, (como suele suceder); cuando todos han orado, leído y adorado, han orado un poco más y todavía se sienten desesperanzados: la Iglesia no tiene nada más que culpa para ellos, y ellos no tienen a dónde ir sino a esconderse.
Del mismo modo, gran parte de la cultura de la Iglesia ha declarado torpemente la guerra a la ciencia, lo ha hecho con la medicina. Hemos hecho que buscar la ayuda de médicos, medicinas o terapeutas sea un signo de debilidad o de admisión de la derrota espiritual. Los cristianos han sobre espiritualizado la religión y han sub espiritualizado todo lo demás; restringiendo la "obra de Dios" a la sala de oración y púlpito, sin tener en cuenta la idea de que Dios puede hacer milagros en laboratorios médicos o en oficinas de terapeutas o en habitaciones de hospitales.
Pero, en última instancia, no se trata de si la oración o las recetas son formas preferibles de administrar la salud mental. Puede y debe haber un enfoque holístico que tiende al cuerpo y la mente, a las prácticas externas y los patrones internos. Debemos usar todas las armas a nuestra disposición que deben manejarse para controlar esta enfermedad: ejercicio y meditación y dieta y medicación y terapia y creatividad y oración si son útiles.
Esto se trata de que nuestras iglesias den permiso a las personas para sentir dolor, incluso cuando alaban. La Biblia está llena de emoción real y pura, y mucho de eso suena como las cosas aterradoras que sentimos, pero no podemos admitirlo.
Puedes ser un cristiano que lucha con un dolor profundo y sentimientos de desesperanza, e incluso autolesiones e ideas suicidas, y te han dicho (y tal vez incluso has empezado a creer) que tales cosas no deberían estar presentes si simplemente confiaras en Dios. .
Eso simplemente no es la verdad.
Se nos ha enseñado que la depresión y la fe son incompatibles (por aquellos que aparentemente nunca han leído las historias de Moisés, los profetas, David o los discípulos, el apóstol Pablo, o incluso Jesús en el Jardín de Getsemaní). Sí, Jesús sana a un hombre que la Biblia describe como "poseído por un demonio", pero el escritor del Evangelio Juan ilustra a las personas que creen que la ceguera de un hombre es un asunto de creencia. Necesitamos permitir que los últimos dos mil años de estudio y aprendizaje informen nuestra lectura de la Biblia.
Como pastor, uno que no solo se preocupa y ministra a los que luchan contra la depresión y la ansiedad, sino que la ha combatido personalmente durante décadas (y aún está en el centro de la pelea), puedo prometerle que es posible tener una fe profunda y duradera y, sin embargo, lucha por encontrar esperanza algunos días.
El mayor regalo que la Iglesia puede dar a las personas es el espacio para estar enfermo.
Tenemos que dejar que las personas con enfermedades mentales salgan de la oscuridad y hablen su verdad total y pura.
Debemos tratar la depresión con la misma sensibilidad, compasión y falta de moralización que brindamos a las personas con cáncer de pulmón o enfermedad cardíaca.
Necesitamos ver a los que sufren en silencio junto a nosotros y decirles que no están solos.
Necesitamos ver las prácticas espirituales como parte de un plan integral para ayudar a las personas a navegar por sus lugares oscuros, no las únicas opciones.
Necesitamos usar cada recurso a nuestra disposición para tratar estas enfermedades como enfermedades, no como fallas espirituales o mensajes de Dios.
Dejemos de hacer que las personas se escondan en el nombre de Jesús.
Durante casi dos décadas he pastoreado a miles de personas, muchas de las cuales tienen una ansiedad paralizante y un dolor paralizante. Estos son hombres devotos y mujeres de fe a quienes les resulta casi imposible moverse, vivir o cuidar. Han pasado años, a veces décadas buscando el plan de oración correcto o el pasaje perfecto de las Escrituras para eliminar mágicamente lo que sea que los haya atacado dentro de sus cabezas. Y si todo eso falla, (como suele suceder); cuando todos han orado, leído y adorado, han orado un poco más y todavía se sienten desesperanzados: la Iglesia no tiene nada más que culpa para ellos, y ellos no tienen a dónde ir sino a esconderse.
Del mismo modo, gran parte de la cultura de la Iglesia ha declarado torpemente la guerra a la ciencia, lo ha hecho con la medicina. Hemos hecho que buscar la ayuda de médicos, medicinas o terapeutas sea un signo de debilidad o de admisión de la derrota espiritual. Los cristianos han sobre espiritualizado la religión y han sub espiritualizado todo lo demás; restringiendo la "obra de Dios" a la sala de oración y púlpito, sin tener en cuenta la idea de que Dios puede hacer milagros en laboratorios médicos o en oficinas de terapeutas o en habitaciones de hospitales.
Pero, en última instancia, no se trata de si la oración o las recetas son formas preferibles de administrar la salud mental. Puede y debe haber un enfoque holístico que tiende al cuerpo y la mente, a las prácticas externas y los patrones internos. Debemos usar todas las armas a nuestra disposición que deben manejarse para controlar esta enfermedad: ejercicio y meditación y dieta y medicación y terapia y creatividad y oración si son útiles.
Esto se trata de que nuestras iglesias den permiso a las personas para sentir dolor, incluso cuando alaban. La Biblia está llena de emoción real y pura, y mucho de eso suena como las cosas aterradoras que sentimos, pero no podemos admitirlo.
Puedes ser un cristiano que lucha con un dolor profundo y sentimientos de desesperanza, e incluso autolesiones e ideas suicidas, y te han dicho (y tal vez incluso has empezado a creer) que tales cosas no deberían estar presentes si simplemente confiaras en Dios. .
Eso simplemente no es la verdad.
Se nos ha enseñado que la depresión y la fe son incompatibles (por aquellos que aparentemente nunca han leído las historias de Moisés, los profetas, David o los discípulos, el apóstol Pablo, o incluso Jesús en el Jardín de Getsemaní). Sí, Jesús sana a un hombre que la Biblia describe como "poseído por un demonio", pero el escritor del Evangelio Juan ilustra a las personas que creen que la ceguera de un hombre es un asunto de creencia. Necesitamos permitir que los últimos dos mil años de estudio y aprendizaje informen nuestra lectura de la Biblia.
Como pastor, uno que no solo se preocupa y ministra a los que luchan contra la depresión y la ansiedad, sino que la ha combatido personalmente durante décadas (y aún está en el centro de la pelea), puedo prometerle que es posible tener una fe profunda y duradera y, sin embargo, lucha por encontrar esperanza algunos días.
El mayor regalo que la Iglesia puede dar a las personas es el espacio para estar enfermo.
Tenemos que dejar que las personas con enfermedades mentales salgan de la oscuridad y hablen su verdad total y pura.
Debemos tratar la depresión con la misma sensibilidad, compasión y falta de moralización que brindamos a las personas con cáncer de pulmón o enfermedad cardíaca.
Necesitamos ver a los que sufren en silencio junto a nosotros y decirles que no están solos.
Necesitamos ver las prácticas espirituales como parte de un plan integral para ayudar a las personas a navegar por sus lugares oscuros, no las únicas opciones.
Necesitamos usar cada recurso a nuestra disposición para tratar estas enfermedades como enfermedades, no como fallas espirituales o mensajes de Dios.
Dejemos de hacer que las personas se escondan en el nombre de Jesús.
Original Link-
https://johnpavlovitz.com/2019/03/29/the-christian-churchs-mental-health-crisis/?fbclid=IwAR3ZY7-_SvYXy0sGV0J7bQi-kRRRX9kmQbGUrwXa0c8xlP8-siiD7MDOMJE
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