“Recaídas de Estrés y Depresión” Por Rick Qualls
¿Qué
desencadena una recaída? Cada uno es diferente. Para mí, la falta de
sueño profundo desencadenará una reacción casi inmediata. Otro de mis
síntomas es cuando me siento desagradecido. Si el suicidio revolotea por mi
mente, sé que mi medicación necesita ser ajustada.
Es importante
conocer cuáles son los factores desencadenantes más comunes, como los problemas
de salud, los eventos estresantes, el consumo de alcohol, la pérdida por muerte
o por divorcio, o el enfocarse en acontecimientos y pensamientos negativos.
El
pensamiento negativo invita al estrés. Reaccionar con fuerza ante pequeños acontecimientos
como si fueran una gran catástrofe provoca ansiedad, y esto puede conducir a
una recaída. El pensamiento sobregeneralizado toma un evento negativo e
interpreta cada situación a través de ese lente. Otro tipo de interpretación
errónea es el pensamiento de “todo o nada”, cuando vemos los eventos como si
son todos buenos o todos malos, sin ningún intermedio.
Los
sentimientos de desesperanza o impotencia son señales de una posible recaída.
Alejarse de las personas o volverse argumentativo pueden ser algunos de tus
patrones.
Tal vez has
aprendido a registrar eventos, tus pensamientos sobre ellos y los sentimientos
posteriores. Este tipo de línea de tiempo es útil para poner en práctica tus
habilidades de resolución de problemas.
Reflexiona sobre
tus patrones de pensamiento. ¿Están tus percepciones demasiado distorsionadas?
¿Estás exagerando al reaccionar? Recibir retroalimentación o escuchar
comentarios de amigos de confianza puede ayudarte a identificar las trampas de
pensamiento que debes elegir para anticipar eventos estresantes.
Uno de mis
versículos favoritos es Jeremías 29:11, “Porque yo sé muy bien los planes que
tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a
fin de darles un futuro y una esperanza”. Esta profecía fue dada a los hebreos
que estaban en cautiverio. Las circunstancias parecían sombrías, y su
cautiverio duró setenta años. Fue en estas difíciles circunstancias que Dios
dio esta promesa.
En el
cautiverio y la depresión nos sentimos atrapados, pero estas dificultades no
son la última palabra de Dios. Dios tiene un plan que es mucho más grande que
cualquier cosa que podamos imaginar. Debemos seguir mirando hacia arriba y más
allá de nuestra depresión. En nuestros problemas, es esencial que mantengamos
nuestros ojos en sus promesas.
“Por tanto,
no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por
dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y
efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más
que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo
invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es
eterno.” 2 Corintios 4:16-18.
Dios me da
herramientas para manejar mi depresión.
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