"El Perdón - El Poder Para Sanar" Por Jamie Meyer
Guardar rencor y negarse a
perdonar te hace más daño a ti que a la otra persona. Lo comparo con permanecer
cautivo por una bola y una cadena. Incapaces de avanzar en la vida,
permanecemos atascados en el pasado, rumiando continuamente sobre lo que
alguien nos hizo. La falta de perdón hace más difícil “vivir bien” a pesar de
tener un diagnóstico de salud mental.
Es la naturaleza humana el
querer justicia. Queremos que la otra persona pague por lo que hizo. Por lo
menos queremos una disculpa. En el fondo incluso nos preguntamos si la forma en
que fuimos tratados contribuyó a desencadenar nuestra enfermedad mental o la
empeoró.
¿Cómo fuiste herido a manos de
otro? ¿Fuiste acosado, burlado o estigmatizado por ser diferente a tus
compañeros? Tal vez fuiste herido, o continúas siéndolo, en una relación. No lo
entendieron, así que dijeron cosas hirientes, te ignoraron, o se alejaron,
dejándote sintiéndote abandonado y solo. Dejaré que llenes el espacio en
blanco.
Como todas las cosas en el
reino de Dios, la esperanza de sanidad se encuentra sólo en Cristo. ¿Crees que
no hay manera de que puedas perdonar a tu enemigo? Jesús nos dice: “Para los
hombres es imposible, más para Dios no, porque todas las cosas son posibles
para Dios”. (Marcos 10:27). Creo que eso cubre casi todo, no importa cuán grave
sea la violación. Si invitamos a Dios en el proceso, entonces el perdón es
posible.
El rechazo a perdonar es a
menudo el resultado de no entender lo que significa perdonar a una persona. El
perdón no significa que tengas que olvidar lo que la persona hizo o decirte a
ti mismo que la experiencia dolorosa no importó. Por mucho que quieras, nunca
podrás borrar esas experiencias dolorosas de tu memoria.
El perdón tampoco significa
que dejes a la otra persona libre de culpa. Ellos siguen siendo responsables de
lo que hicieron. La persona que te hizo daño puede que nunca venga a decirte
que lo siente. De hecho, puede que ya haya fallecido. Sin embargo, es
reconfortante saber que son responsables ante alguien más grande que tú: “No te
vengues nunca... Mia es la venganza, yo la pagaré, dice el Señor.” (Romanos 12:19)
Probablemente el mayor
malentendido sobre el perdón es que implica la reconciliación con el ofensor.
Eso es maravilloso si es algo que quieres, pero en la mayoría de los casos no
hay deseo de restaurar la relación. ¿Por qué arriesgarse a que nos hagan daño otra
vez? Parte del cuidado de nosotros mismos y el mantenimiento de la estabilidad
requiere elegir relaciones sanas.
El perdón es un proceso, uno
que lleva tiempo. No te levantas una mañana y decides que vas a perdonar a
alguien. Decirte a ti mismo “Yo perdono a ______” no te quitará el dolor y el
resentimiento que sientes.
Un mejor lugar para empezar es
haciéndote algunas preguntas: ¿Creo honestamente que la persona que me hirió
algún día me dirá que lamenta sus acciones? ¿Y si se disculparan y rogaran por
mi perdón? ¿Compensaría eso el daño que causó en mi vida, la felicidad y la paz
mental que podría haber tenido, o cómo mi vida podría haber resultado
diferente? Si ese día llegara, honestamente no sería suficiente.
El proceso de perdón comienza
con la aceptación de la realidad de que con toda seguridad no habrá admisión de
culpa, ni disculpas, ni se habrán convertido en una mejor persona con el
tiempo. Dejar ir esas expectativas y la necesidad de vengarse te permitirá
liberarte de la bola y la cadena.
El pasado y sus recuerdos
siempre serán parte de ti, pero ya no te pesarán emocionalmente. Aunque el
tiempo que toma sanar varía de persona a persona, el perdón es algo que haces
por ti. A cambio recibes libertad, alegría, paz interior y la capacidad de
seguir adelante con esperanza.
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Artículo Original:
https://pastorbrad.blog/2019/06/11/forgiveness-the-power-to-heal-by-jamie-meyer-4/
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