CUANDO LA MENTE DUELE: Síntomas que no debemos ignorar y la presencia de Dios en medio del proceso - Por: Silvia Cardona Sicard
Durante estos últimos años he aprendido que el dolor emocional no siempre se ve, pero sí se siente profundamente. Acompañando a mujeres, he descubierto que muchas veces cargamos con síntomas sin saberlo o, peor aún, creyendo que eso es falta de fe o incluso se pone en duda si somos verdaderos hijos de Dios.
Síntomas que no debemos pasar por alto
He visto y entendido cómo la mente comienza a dar señales de que algo no anda bien. Algunos de esos síntomas son:
Tristeza que no se va con facilidad.
Cambios en el sueño: noches de insomnio o deseos de dormir todo el día.
Pérdida de interés en actividades que antes daban alegría.
Dificultad para concentrarse o tomar decisiones sencillas.
Cansancio que parece no tener explicación.
Aislarse de la gente que uno ama.
Pensamientos de desesperanza o de sentirse sin valor.
¿Cómo afectan estos síntomas la vida?
Cuando la mente se encuentra en batalla, todo nuestro ser lo siente. Las relaciones se deterioran, el rendimiento laboral o académico disminuye, y hasta el cuerpo responde con dolores físicos, enfermedades frecuentes o falta de apetito. La salud mental no es un tema aparte: está conectada con nuestra vida integral.
No es un “problema pequeño”, es un llamado de nuestra mente y nuestro corazón pidiendo atención y cuidado.
¿Dónde está Dios en medio de esto?
Algo que me ha marcado ´profundamente, ha sido entender que Dios no se aleja de nosotros cuando estamos mal emocionalmente. Él no nos juzga por sentir tristeza o ansiedad. Al contrario, su Palabra nos recuerda:
“Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.” (Salmo 34:18)
He visto cómo, en medio del dolor, su presencia se hace más real. No siempre quitando de inmediato el sufrimiento, pero sí sosteniéndonos, dándonos paz en el proceso y guiándonos a buscar ayuda.
La fe y la ayuda profesional caminan juntas
En mi camino y en el de muchas mujeres que he acompañado, ha sido necesario romper la idea de que “si oro más, se me quitará”. Orar es vital, pero también lo es buscar acompañamiento profesional. Dios mismo nos ha dado herramientas como la psicología, la medicina y la comunidad de apoyo para ayudarnos a sanar.
Pedir ayuda no es falta de fe; es reconocer que necesitamos de Dios y de los medios que Él pone a nuestro alcance.
Una palabra final de esperanza
Si hoy te identificas con alguno de estos síntomas, quiero decirte algo: no estás sola, y no estás fallándole a Dios por sentirte así. Acércate en oración, busca apoyo en tu comunidad de fe y, si lo necesitas, recibe acompañamiento profesional. La fe y la salud mental no están peleadas: juntas pueden ser un puente hacia la restauración.
Autor: Silvia Cardona Sicard
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