Aprende a creer en la verdad de Dios más que en tus
emociones - Por: Silvia Cardona Sicard
Hay momentos en los que el corazón pesa, la mente se nubla y
el cuerpo despierta con un hueco inexplicable en el pecho. Momentos en los que
sentimos que algo dentro de nosotros se rompió y que Dios se alejó.
Pero la realidad espiritual es otra: Dios nunca se va.
Lo que cambia no es Su presencia, sino nuestra percepción.
En esos días confusos necesitamos aprender una lección que
transforma la vida:
creer en la verdad de Dios más que en las emociones que intentan
gobernarnos.
1. Comprender la naturaleza del sentir
Las emociones no son enemigas, pero tampoco son un mapa
confiable para definir quién eres o qué es verdad. Dios no nos dio las emociones como un gobierno, sino como un termómetro.
Un termómetro señala que algo ocurre dentro—una herida, un
recuerdo, un miedo—pero no dice la verdad absoluta de tu vida.
A veces ese hueco en el pecho que tanto asusta no significa
abandono espiritual, sino un alma que pide consuelo.
Cuando sientes ese
vacío no significa que Dios se haya ido.
Significa que una parte de ti necesita ser abrazada y sanada.
Tus emociones te hablan, pero no definen tu fe.
2. Cambiar la base de la fe: de lo que siento a lo que
Dios dice
La fe madura se construye sobre lo eterno, no sobre lo
cambiante. Y las emociones… cambian como el clima.
Algunos versículos que sustentan esta verdad:
- “El
corazón es engañoso más que todas las cosas.” — Jeremías 17:9
- “El
justo por la fe vivirá.” — Habacuc 2:4 / Romanos 1:17
- “Mi
corazón y mi carne desfallecen, pero Dios es la roca de mi corazón.” —
Salmo 73:26
Un ejercicio poderoso para fortalecer la fe
- Escribe
lo que sientes (p. ej.: “Siento soledad y vacío.”).
- Escribe
lo que Dios dice (p. ej.: “Nunca te dejaré ni te desampararé.”).
- Elige
creer lo segundo, incluso si lo primero aún duele.
Este acto, repetido con amor y disciplina, entrena la mente
a vivir por fe y no por sensaciones.
3. Desde lo psicológico: integrar cuerpo, mente y
espíritu
Cuando la ansiedad se manifiesta físicamente, el cuerpo
necesita tanto cuidado como el alma misma.
Puedes tener este protocolo de regulación emocional:
- Coloca
una mano en el pecho.
- Respira
lento, profundo.
- Nombra
lo que sientes:
“Esto que siento es ansiedad… pero yo no soy ansiedad. Dios es más grande que lo que siento.”
Esta frase crea una distancia saludable entre tu como
persona y tu emoción, evitando que tu identidad quede absorbida por el malestar:
Padre, mi cuerpo
siente temor,
pero mi espíritu elige confiar.
La verdad es más sólida que el sentimiento
Las emociones son volubles, pero Dios es constante.
El sentimiento sube y baja, pero la Palabra de Dios permanece.
El corazón engaña, pero el Espíritu guía.
Aprender a creer la verdad por encima de la emoción no es
negar lo que se siente, es poner cada emoción en su lugar correcto: como un
indicador, no como un amo.
Y en ese proceso, Dios mismo se encarga de sostener, sanar y
renovar el corazón.
Autor: Silvia Cardona Sicard
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Gracias Silvia por tus aportes, son muy valiosos. Te ánimo a seguir escribiendo porque mucha gente necesita leer tus contenidos. Dios te bendiga
ResponderBorrarMuchas gracias por estas palabras, las recibo en gratitud a Dios🙏🌻
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