Resignificando el dolor - Por: Silvia Cardona Sicard
Poema: “Dolor” por Khalil Gibran
Y una mujer habló, diciendo:
'Cuéntanos del Dolor.'
Y él dijo: Tu dolor es la ruptura de
la cáscara que encierra tu entendimiento.
Así como la piedra de la fruta debe
romperse, para que su corazón pueda estar al sol, así debes conocer el dolor.
Y si pudieras mantener tu corazón
maravillado ante los milagros diarios de tu vida,
tu dolor no parecería menos
maravilloso que tu alegría;
Y aceptarías las estaciones de tu
corazón, así como siempre has aceptado las estaciones que pasan sobre tus
campos.
Y mirarías con serenidad a través de
los inviernos de tu pena.
Gran parte de tu dolor es
autoinfligido.
Es la amarga poción con la que el
médico que llevas dentro cura tu yo enfermo.
Por lo tanto, confía en el médico, y
bebe su remedio en silencio y tranquilidad:
Porque su mano, aunque pesada y dura,
está guiada por la tierna mano de lo Invisible,
Y la copa que trae, aunque te queme
los labios, ha sido hecha de la arcilla que el Alfarero ha humedecido con sus
propias lágrimas sagradas.
Este poema de un antiguo escritor me invita a reflexionar
sobre la transformación que, con el tiempo, ha tenido en mi vida el concepto
del dolor.
He aprendido a mirarlo con gratitud, incluso con alegría,
porque aquel sufrimiento que en un principio parecía imposible de superar, con
la mirada puesta en Dios, terminó convirtiéndose en un destello de
revelación y agradecimiento.
Hoy puedo decir con un corazón sincero:
“Gracias, Padre bueno, por el dolor sufrido; porque en medio
de él te conocí más, porque fue ahí donde comenzó a brillar con más fuerza esta
hija que compraste con precio de sangre. Gracias, porque ese dolor fue un
peldaño más en el llamado de servicio y en la búsqueda de la verdadera
felicidad interior.”
En este espacio quiero compartirte algunos puntos
excepcionales sobre el dolor que se reflejan en este hermoso poema, y cómo
en cada uno puede verse el amor transformador de Dios.
- El
dolor que despierta:
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
solo; pero si muere, da mucho fruto.” — Juan 12:24
- Cuando
la luz entra por la grieta:
“El Señor está cerca de los quebrantados de corazón; y salva
a los contritos de espíritu.”— Salmo 34:18
- Las
estaciones del alma:
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del
cielo tiene su hora.” — Eclesiastés 3:1
- El
médico interior
“Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus
heridas.”— Salmo 147:3
- La
mano invisible que guía
“Porque el Señor al que ama, disciplina.” Hebreos
12:6:
- El
Alfarero que llora contigo (símbolo de Dios en Jeremías 18)
Qué imagen tan profunda: el Alfarero no solo moldea la
arcilla, la humedece con sus lágrimas. El Dios que permite el dolor es
también el Dios que llora con nosotros. Su amor no observa desde lejos; se
involucra, se mezcla, se duele, nos acompaña en la fragua.
“Mas ahora, oh, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros
barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos
nosotros.” — Isaías 64:8
El dolor también es amor
Autor: Silvia Cardona Sicard

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