"¡Sé buen hijo, ser madre es difícil! ¡Qué se regocije la que te dio a luz! Proverbios 23:25" Por Triny Guevara



Nada en la vida me ha resultado tan difícil como llegar a ser madre de mi madre… Gracias a Dios fue a una edad madura, de más de cincuenta años y mi madre, de más de ochenta, ella recibiría el diagnóstico de Alzheimer. ¿Pero cómo? Una mujer tan competente, tan independiente y tan sana toda su vida vendría a ser dependiente de una hija enfermiza desde su más temprana edad, eso es algo que mi pequeña mente no podía concebir.

Ella quien había sido uno de mis más grandes apoyos en los momentos más duros de mi vida por mis problemas de salud y otras situaciones, quien había vivido físicamente lejos de mí en los últimos años, ella mi madre ¿enferma? Y ¿con esa enfermedad? Y lo más difícil ahora vendría a ser totalmente dependiente de mí. Creo que suena duro decirlo, pero créanme que es mucho más duro vivirlo. Aceptar el diagnóstico me hizo recordar como en años anteriores ella había vivido con el temor y terror de esa enfermedad porque ella misma también lo vivió como hija… ella también fue testigo de la desaparición de su madre.

Porque esa enfermedad es así, es ver a la persona que amas convertirse en su peor pesadilla, todo en lo que ella nunca hubiera querido ser ni decir, de repente es alguien que te persigue, te busca, te provoca, te acusa, no quiere seguir indicaciones, quiere tomar todas las medicinas o no desea tomar ninguna.

Un problema muy serio, al menos para mí, era como seguir viendo el amor de Dios para con mi madre y para conmigo, cómo conciliar que los planes del Señor seguían siendo de bien para ella y para mí, en medio de algo tan duro y doloroso, sintiéndote como en una isla donde nadie estaba para ti, teniendo que dejar de un lado lo que te gustaba hacer, tu trabajo que disfrutabas y con el cual servías a Dios, sirviendo a los jóvenes y niños, tratando de influir en mentes receptivas y moldeables. Ahora, enfocarte casi única y exclusivamente en las necesidades de una persona que desconoces. Pero, aunque no podía verla ni escucharla seguía siendo mi madre, la que siempre me amó y a quien aún ahora sigo amando y sé que ella a mí también. Incluso ahora después de un año de su partida a la patria celestial al hacer este recuerdo no puedo impedir las lágrimas que brotan de mis ojos y de mi corazón y todo mi ser la extraña más que nunca.

Es por eso que tengo que decir que trates, te esfuerces por ser el mejor hijo que puedas ser porque no sabes cuando las cosas pueden cambiar. Si eres un hijo con un padre con una situación de salud mental, abrázalo, protégelo, ayúdalo, instrúyete y apóyalo para ir por ese camino tan difícil y si eres un padre con un hijo con un diagnóstico o con una situación de salud mental no puedo más que pedirte lo mismo. ¡Es difícil pero no imposible! Pues, aunque no lo sientas el Buen Señor y los que realmente te aman están allí para ti, desde cerca o lejos, ¡No estás sólo!






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