Fresh Hope para la Salud Mental

Tu depresión es estable. Has luchado contra tu depresión con todo a tu disposición. Los medicamentos, el asesoramiento, la terapia cognitiva conductual y los hábitos de auto cuidado están en tu arsenal. Estás en un buen lugar. Entonces los días se acercan al Día de Acción de Gracias. Comienza el golpeteo nervioso de los pies. Recuerdas otras celebraciones familiares de acción de gracias en las que te resultaba difícil mantener una conversación. Cuando piensas en las reuniones, sientes miedo y tensión en bajo grado. Tu depresión comienza a sentirse inestable. ¿Qué está pasando? Un diagnóstico de ansiedad a menudo acompaña a la depresión. Podemos tener una versión romántica de acción de gracias, pensando que otras familias son perfectas. No lo son. Tienen a su tío Joe que bebe demasiado. O Gertrude que se queja de sus últimas dolencias. John, el fanático del fútbol, ​​escucha el juego mientras la familia come. Norma, la chismosa de la familia, se inventa rápidamente

Si lees muchas publicaciones de Facebook o escuchas los medios, parece que la gratitud es un rasgo de carácter que parece casi extinto. Recuerdo un momento en que ese no era el caso. Muchas cosas han cambiado en nuestro mundo y nuestra cultura, no todas positivas. Parece que aquellos que murmuran y se quejan parecen tener las voces más fuertes de todos. No debería ser así con nosotros los que creemos. La semana pasada estaba meditando sobre las Escrituras en 1 Tesalonicenses 5:18; “En todo da gracias, porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús con respecto a ti.” Es importante tener en cuenta que el pasaje no dice que debemos dar gracias “ por ” todo o incluso algo enumerando lo que agradecemos. ¡Más bien, debemos dar gracias “ en ” todo! Piénsalo; nuestras mentes se orientan automáticamente a lo negativo. Cuando escuchamos noticias desagradables, inmediatamente pasamos al peor de los casos o nos ofendemos personalmente por lo que solían ser delitos leves. (Por ejem

Como pastor joven, desarrollé la ansiedad al comer con otros. Era una situación difícil de evitar, ya que muchas actividades se centraban en la comida. En lugar de comer, yo saludaba y visitaba a la gente. Comía sólo lo suficiente para que unas pocas personas se dieran cuenta. También sufría de depresión y tomaba antidepresivos, pero no funcionaban bien. Finalmente, en una crisis, encontré un médico psiquiatra que me diagnosticó bipolaridad y ansiedad. Desde entonces, he descubierto que casi la mitad de los que tienen trastorno bipolar también serán diagnosticados con ansiedad. Ya no tengo ansiedad al comer con otros, y a menudo programo reuniones para almorzar. Antes evitaba esas reuniones. Ahora encuentro agradable comer con otros. He aprendido que los síntomas de la ansiedad y el trastorno bipolar se entrelazan. Algunos de los síntomas de un ataque de pánico pueden ser similares a los sentimientos y comportamientos de la fase maníaca del trastorno bipolar. L

Si hubiera sabido... que un día habría medicina para tratar mi depresión. Cuando era joven, experimenté una depresión severa. En ese momento no había medicinas disponibles para tratar la depresión. La terapia de conversación se enfocaba en cómo tu familia era la fuente de tu neuroticismo. Siguiendo las indicaciones de mi psiquiatra, culpé a mis padres por mi situación. Durante años, nuestra relación fue tensa debido a la suposición de que mis padres habían hecho cosas que estaban severamente mal. Si hubiera sabido... que había una razón genética para mi depresión. No fue culpa de nadie. Mi relación con mis padres habría sido mejor en mi edad adulta. Desafortunadamente, las primeras suposiciones interfirieron en nuestra relación. Si hubiera sabido... que mi enojo y mis períodos de “bajón” eran signos de depresión. Como pastor, pasé por temporadas de ira sin saber que eran signos de mi depresión. Siempre había algo o alguien a quien culpar. La temporada de Navidad y el